VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS

Gender is not an easy conversation to have. It makes people uncomfortable, sometimes even irritable. Both men and women are resistant to talk about gender, or are quick to dismiss the problems of gender. Because thinking of changing the status quo is always uncomfortable.
Some people ask, ‘Why the word feminist? Why not just say you are a believer in human rights, or something like that?’ Because that would be dishonest. Feminism is, of course, part of human rights in general – but to choose to use the vague expression human rights is to deny the specific and particular problem of gender. It would be a way of pretending that it was not women who have, for centuries, been excluded. It would be a way of denying that the problem of gender targets women. That the problem was not about being human, but specifically about being a female human. For centuries, the world divided human beings into two groups and then proceeded to exclude and oppress one group. It is only fair that the solution to the problem should acknowledge that.
Some men feel threatened by the idea of feminism. This comes, I think, from the insecurity triggered by how boys are brought up, how their sense of self-worth is diminished if they are not ‘naturally’ in charge as men. Other men might respond by saying, ‘Okay, this is interesting, but I don’t think like that. I don’t even think about gender.’
Maybe not.
And that is part of the problem. That many men do not actively think about gender or notice gender. That many men say that things might have been bad in the past but everything is fine now. And that many men do nothing to change it. If you are a man and you walk into a restaurant and the waiter greets just you, does it occur to you to ask the waiter, ‘Why have you not greeted her?’ Men need to speak out in all of these ostensibly small situations.
Because gender can be uncomfortable, there are easy ways to close this conversation. Some people will bring up evolutionary biology and apes, how female apes bow to male apes – that sort of thing. But the point is this: we are not apes. Apes also live in trees and eat earthworms. We do not.
Some people will say, ‘Well, poor men also have a hard time.’ And they do. But that is not what this conversation is about. Gender and class are different. Poor men still have the privileges of being men, even if they do not have the privileges of being wealthy. I learned a lot about systems of oppression and how they can be blind to one another. I was once talking about gender and a man said to me, ‘Why does it have to be you as a woman? Why not you as a human being?’ This type of question is a way of silencing a person’s specific experiences. Of course I am a human being, but there are particular things that happen to me in the world because I am a woman.

We should all be feminist – Chimamamda Ngozi Adichie

VERSIÓN TRADUCIDA AL ESPAÑOL

No es fácil tener conversaciones sobre género. Ponen incómoda a la gente y a veces la irritan. Tanto hombres como mujeres se resisten a hablar de género, o bien tienen tendencia a restar importancia rápidamente a los problemas de género. Porque siempre incomoda pensar en cambiar el estado de las cosas.
Hay gente que pregunta: “¿Por qué usar la palabra “feminista”? ¿Por qué no decir simplemente que crees en los derechos humanos o algo parecido?” Pues porque no sería honesto. Está claro que el feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la expresión genérica “derechos humanos” supone negar el problema específico y particular del género. Es una forma de fingir que no han sido las mujeres quienes se han visto excluidas durante siglos. Es una forma de negar que el problema del género pone a las mujeres en el punto de mira. Que tradicionalmente el problema no era ser humano, sino concretamente ser una humana de sexo femenino. Durante siglos, el mundo dividía a los seres humanos en dos grupos y a continuación procedía a excluir y oprimir a uno de esos grupos. Es justo que la solución al problema reconozca eso.
Hay hombres que se sienten amenazados por la idea del feminismo. Creo que viene de la inseguridad que les genera la forma en que se les cría, del hecho de que su autoestima se vea mermada si ellos no tienen “naturalmente” el control en calidad de hombres.
Otros hombres pueden responder diciendo: “Vale, esto es interesante, pero yo no pienso así. Yo ni siquiera pienso en términos de género”.
Pues quizá no.
Y ahí radica parte del problema. En el hecho de que muchos hombres no piensan de forma activa en el género ni se fijan en él. De que muchos hombres, dicen que tal vez las cosas estuvieran mal en el pasado, pero ahora están bien. Y de que muchos hombres no hacen nada para cambiar eso. Si eres hombre y entras en un restaurante y el camarero te saluda solo a ti, ¿acaso se te ocurre preguntarle: “Por qué no la has saludado a ella”? Los hombres tienen que denunciar estas situaciones aparentemente poco importantes.
Y como el género puede resultar un tema incómodo, hay formas fáciles de terminar la conversación.
Hay quien saca a colación la evolución biológica y los simios, el hecho de que las hembras de los simios se inclinan ante los machos, y cosas parecidas. Pero la cuestión es que no somos simios. Los simios también viven en los árboles y comen lombrices.
Nosotras/os no.
Hay quien dice: “Bueno, los hombres pobres también lo pasan mal”. Y es verdad.
Pero esta conversación no trata de eso. El género y la clase social son cosas distintas. Los hombres pobres siguen disfrutando de los privilegios de ser hombres, por mucho que no disfruten de los privilegios de ser ricos. He aprendido mucho sobre los sistemas de opresión y sobre cómo pueden ser ciegos los unos con respecto a los otros. Una vez yo estaba hablando de cuestiones de género y un hombre me dijo: “¿Por qué tienes que hablar como mujer? ¿Por qué no hablas como ser humano?”. Este tipo de pregunta es una forma de silenciar las experiencias concretas de una persona. Por supuesto que soy un ser humano, pero hay cosas concretas que me pasan a mí en el mundo por el hecho de ser mujer.

Todas/os deberíamos ser feministas de Ngozi Adichie, Chimamamda