VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS

When your secretary invited me to come here, she told me that your Society is concerned with the employment of women and she suggested that I might tell you something about my own professional experiences. It is true I am a woman; it is true I am employed; but what professional experiences have I had? It is difficult to say. My profession is literature; and in that profession there are fewer experiences for women than in any other. […]
Indeed it will be a long time still, I think, before a woman can sit down to write a book without finding a phantom to be slain, a rock to be dashed against. And if this is so in literature, the freest of all professions for women, how is it in the new professions which you are now for the first time entering?
Those are the questions that I should like, had I time, to ask you. And indeed, if I have laid stress upon these professional experiences of mine, it is because I believe that they are, though in different forms, yours also. Even when the path is nominally open–when there is nothing to prevent a woman from being a doctor, a lawyer, a civil servant–there are many phantoms and obstacles, as I believe, looming in her way. To discuss and define them is I think of great value and importance; for thus only can the labour be shared, the difficulties be solved. But besides this, it is necessary also to discuss the ends and the aims for which we are fighting, for which we  are doing battle with these formidable obstacles. Those aims cannot be taken for granted; they must be perpetually questioned and examined. The whole position, as I see it–here in this hall surrounded by women practising for the first time in history I know not how many different professions–is one of extraordinary interest and importance. You have won rooms of your own in the house hitherto exclusively owned by men. You are able, though not without great labour and effort, to pay the rent. You are earning your five hundred pounds a year. But this freedom is  only a beginning–the room is your own, but it is still bare. It has to be furnished; it has to be decorated; it has to be shared. How are you going to furnish it, how are you going to decorate it? With whom are you going to share it, and upon what terms? These, I think are questions of the utmost importance and interest. For the first time in history you are able to ask them; for the first  time you are able to decide for yourselves what the answers should be.

“Professions for Women” is an abbreviated version of the speech Virginia Woolf delivered before a branch of the National Society for Women’s Service on January 21, 1931

VERSIÓN TRADUCIDA AL ESPAÑOL

Cuando su secretaria me invitó a venir, me dijo que su sociedad se ocupa del empleo de las mujeres y sugirió que podía hablarles de mis experiencias profesionales. Es verdad que soy una mujer; es verdad que tengo un empleo; pero ¿qué experiencias profesionales he tenido? Es difícil decirlo. Mi profesión es la literatura. Y en esa profesión hay menos experiencias para las mujeres que en cualquier otra […]
De hecho, aún falta mucho tiempo, creo, antes de que una mujer pueda sentarse a escribir un libro sin encontrar un fantasma que matar, una roca con la cual estrellarse. Y si este es el caso en la literatura, la más libre de las profesiones para mujeres ¿cómo será en las nuevas profesiones a las que acceden por primera vez?
Esas son las preguntas que me hubiera gustado, de haber tiempo, preguntarles. Y, de hecho, si he enfatizado estas experiencias profesionales mías es porque creo que son, aunque de manera distinta, también las suyas. Incluso cuando el camino está supuestamente abierto – cuando nada impide que una mujer sea doctora, abogada, servidora pública – hay muchos fantasmas y obstáculos, me parece, esperándola en su camino. Discutir y definirlos me parece del mayor valor e importancia; porque solo así las cargas pueden compartirse, las dificultades resolverse. Pero además de esto, también es necesario discutir los fines y las metas por los que luchamos, por los cuales batallamos contra estos formidables obstáculos. Esos fines no pueden darse por sentados, deben ser cuestionados y examinados perpetuamente. Todo el asunto, como lo veo – acá en esta sala rodeada de mujeres que practican por primera vez en la historia no sé cuántas profesiones distintas – es de un interés e importancia extraordinarios. Se han ganado sus propias habitaciones en una casa que hasta ahora había sido dominio exclusivo de los hombres. Son capaces, aunque no sin mucho trabajo y esfuerzo, de pagar el alquiler. Ganan sus 500 libras anuales. Pero esta libertad es solo un comienzo – el cuarto les pertenece, pero está desnudo. Debe amueblarse; debe decorarse; debe compartirse. ¿Cómo van a amueblarlo?, ¿cómo van a decorarlo?, ¿con quién van a compartirlo y bajo qué términos? Estas, creo, son cuestiones de extraordinaria importancia e interés. Por primera vez en la historia son capaces de hacérselas; por primera vez, pueden decidir por ustedes mismas cómo responderlas.

‘Profesiones para mujeres’ es un extracto de un ensayo leído en la Women’s Service League en enero de 1931 por Virginia Woolf.